En su viaje, Don Quijote y Sancho Panza se encuentran con unas personas que les dicen que tienen un caballo con el que pueden volar. Los héroes se entusiasman, pero hay una condición: deben tener los ojos vendados. Aceptan, ellos sólo quieren volar. Es así como tienen su cabalgata por el aire. La música está llena de efectos, muchas escalas que suben y bajan, hay tres máquinas de viento (un instrumento muy nuevo para 1897), y una sensación de libertad. Pero escuchando con atención, la música nunca despega realmente, está firmemente anclada sobre una nota pedal que nunca se mueve. ¿Qué está pasando? Nuestros héroes no pueden verlo, pero están sobre un caballito mecedor, y están aplicando los efectos sobre ellos: los mueven, les hacen sentir el viento, pero nunca despegan.
Don Quixote, Op.35, Variación VII – Richard Strauss
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