A la muerte de Stalin (1953), le siguió el estreno de la décima sinfonía de Dimitri Shostakovich (1906-1975), se convirtió en la pieza más comentada e influyente del Bloque del Este. Es una obra con una expresividad más personal, menos explícitamente programática, que a la vez compromete y desafía a sus oyentes. Estructuralmente, Shostakovich fue en gran medida un clasicista: su música se forma sobre estructuras formales muy conocidas. Armónicamente, Shostakovich nunca abandonó la tonalidad tradicional, y su lenguaje melódico surge directamente del nacionalismo ruso del siglo XIX. Si todo esto parece indicar que Shostakovich era un conservador, hay que recordar que tenía que caminar por una línea muy fina entre la doctrina del realismo socialista soviético(música accesible a las masas), y su propia musa compositiva.
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